lunes, 21 de marzo de 2011

Roma 2011

Lunes 14 de marzo:
Salgo de clase a las 13'45, se ha acabado el día, se ha acabado la semana de clases, toca ir a casa, descansar, dar clase a mi prima, hacer la maleta e irme a casa de un amigo, todo esto sin despegarme del twitter.

Martes 15 de marzo:
A las 5'40 me levanto en casa de uno de mis mejores amigos, a las 6'00 hay que estar saliendo por la puerta. A las 6'30 Alberto (mi amigo) y yo nos encontramos con los otros 92 -fuimos 89 alumnos y 5 profesores- que íbamos a hacer este viaje. La hora prevista de despegue es las 9'00, pero somos muchos, hay que facturar, una vez esto pasamos el control, ya estamos dentro, solo toca esperar, llegará el momento de despegar... o no! A las 8 nos anuncian el primer retraso, que se iría prolongando una y otra vez, constantemente, solo sobrevivimos con iPods, risas, sueñecitos, yo con el twitter discutiendo con @Iberia, que no se portaron nada mal, y con todos mis followers que a esas horas me daban ánimos. Al final, tras 2 aviones rotos y casi 4 horas de retraso, a las 12'45 salimos de Madrid, ya comidos, por supuesto. El vuelo debía de ser de 2 horas y 20 minutos, llegamos en 1 hora y 40 minutos, a las 2 y 25 estábamos desembarcando, recogiendo las maletas y subiéndonos a un bus que nos daría una vuelta panorámica de Roma, antes de llegar al "hotel", dejar las maletas, descansar un ratillo, cenar e ir a la Fontana de Trevi, a tirar 2 moneditas por mi y una por todos mis seguidores de twitter. Llegamos a la habitación y ni pedimos que nos dejaran salir por la noche, estábamos destrozados!

Miércoles 16 de marzo:
Nos levantamos a las 7, nos toca el primer turno de desayuno, tenemos que ducharnos los 4 de
la habitación, desayunar las cosas raras que nos ponían y prepararnos para visitar las catacumbas. Llevaba sin cobertura en el móvil todo lo que llevábamos de viaje con un problemilla del roaming, y justo la recuperé en medio de las catacumbas, sonando un montón de mensajitos. Ese día continuó tras las catacumbas al subir a la azotea del monumento a Victor Manuel II, desde donde había una vista de la ciudad de roma muy espectacular. Terminamos las visitas de grupo y nos fuimos un grupillo de 10 que se fue fragmentando tras la comida -pizza al peso, que invento!- y llegamos al Panteón diluviando, en un grupillo de 5. Esto fue muy alucinante, porque entramos poquito a poco todos juntos y boquiabiertos al ver que la cúpula no se acababa nunca, y es que es increiblemente grande! A mi ha sido de lo que más me ha gustado. Con todo, nos tomamos 2 helados, el último de ellos en Piazza Navona, riquísimo, como todos. De ahí nos fuimos hacia el hotel, al lado del Vaticano, por lo que nos tocó recorrernos Roma lloviendo a más no poder, llegamos calados, que tuvimos que tener la ropa secando varios días, la lluvia traspasaba los cutre-paraguas de 1 € comprados en la calle... llegamos nadando casi, se había acabado el día, tocaba descansar tras salir un poquillo por la noche.

Jueves 17 de marzo:
El día del Vaticano. Nos despertamos algo más tarde, al ser del segundo turno. Como el hotel estaba al lado fuimos andando. Tras esperar la cola kilométrica para entrar a los Museos Vaticanos conseguimos entrar. Lo expuesto en su interior está bien, pero lo realmente chulo es lo que fue despues, la Capilla Sixtina, y la Basílica de San Pedro, increibles, es todo a lo grande, gigantesco, alucinante. A continuación llegó el momento estrella, la subida, algo dura y claustrofóbica, pero que sin duda mereció la pena, de la cúpula de San Pedro. Las vistas más altas de la ciudad de los emperadores, desde donde se puede ver toda la capital italiana... hay que verlo, increible, de lo mejor. La lluvia nos respetó lo justo para sacar unas fotillos y se puso a llover a los 5 minutos de estar arriba, con un viento alucinante, por lo que bajamos no sin antes hacernos alguna otra foto. Comimos en un italiano, para variar, una pizza Calzone me tomé, y tras esto estuvimos de tarde de compras de regalitos y cosas varias, y el resto de la tarde hasta las 6 y media que se podía ir al hotel en un pub haciendo tiempo, una tarde bastante divertida. Pero se había acabado el día, ducha, cena, salir y a dormir!

Viernes 18 de marzo:
Se levantó un día magnífico, un día madrugador pero que iba a ser genial, era el último día que pasabamos entero en Roma, había que aprovecharlo. Salimos en autocar destino al Anfiteatro Flavio, más conocido como el Coliseo, Colosseo en italiano. Ya la sola vista al rodearlo con el bus, antes de pararnos más allá del Arco de Constantino fue magnífica. El momento de entrar, tras pasar los controles pertinentes fue increible, primero había que ver las reliquias y esas cosas que había, aunque a todos se nos escapaba una mirada hacia el interior, todos queríamos entrar a ver las tripas de esa bestia. Increible, alucinante, majestuoso, con capacidad para 50.000 espectadores, esa bestialidad había sido construida en el siglo I. No hay nada más que decir, hay que verlo en algún momento de la vida. A la salida visitamos el Foro; es una pena lo destrozado que está, porque sería tan sumamente extraordinario si estuviera en pie, lleno de templos, algo alucinante. Comimos cerca del Foro, en una pizzeria, en la que me comí una pizza cuatro quesos sublime. Por la tarde tocó visita de grupo a Santa María la Mayor, San Juan de Letran y a ver el Moises de Miguel Angel a San Pietro in Vincoli. Tras esto nos dejaron libres y nos fuimos a nuestro rollo a ver Via Veneto, a comprarnos la camiseta al Hard Rock, a ver diversas plazas para culminar en Piazza d'Espagna, a beber de la fuente. Nos tomamos los helados de rigor, como todos los días, y de Piazza del Popolo nos volvimos andando tranquilamente al hotel, al que llegamos muy justitos de tiempo. Cenamos, nos duchamos, y salimos a disfrutar la última noche en Roma. Aunque estábamos cansados y no duramos mucho, se había acabado, a dormir la última noche en el país de las pizzas, la pasta, los helados y el capuccino.

Sábado 19 de marzo:
Precisamente con el capuccino nos despertamos. Nos levantamos algo más tarde, desayunamos unas galletas en el hotel y nos bajamos a la cafeteria de al lado, a tomarnos un capuccino, que estaba riquísimo. Eran las 10 y cuarto de la mañana, a las 15'30 teniamos que estar en el hotel para empezar a irnos yendo hacia el aeropuerto. La mañana la pasé con un amigo en el Trastevere. Dimos una vuelta, vimos la estatua de Garibaldi, comimos a las 12 y media cerca de Santa Maria, pasta, para variar, y un capuccino, y nos tomamos un heladito en esa plaza. Luego nos fuimos andando a cruzar Isla Tiberina, y volver hacia el hotel por las plazas de esa zona, en las que ya nos encontramos con un grupo de amigos y terminamos la travesía hacia el hotel todos juntos. El viaje a Roma estaba a punto de terminar, era la última tarde, la última vez que cruzábamos la Via de la Reconciliacion con la Basílica de San Pedro en el horizonte camino del hotel, el último helado, las últimas fotos, se acababa todo. Recogimos las maletas, hicimos recuento y pusimos camino a Fumicino. El viaje de vuelta, sin dejar de ser un desastre con cambios de avión, salió mejor que la ida, solo con 35 minutos de retraso embarcamos. Volamos medio dormidos, cansadísimos pero con el derbi en la cabeza. Así, en cuanto aterrizamos ya estaba mi radio encendida con Manolo Lama retransmitiendo el partido.

Se había pasado como un sueño, unos instantes, tan solo 5 días más bien cortos, para ver la ciudad eterna, una ciudad que ya formaba un poquito parte de mi corazón. Algún día volveré, volveré porque estoy seguro de que cada vez que la vea será distinta, y porque tiré la monedita a la Fontana de Trevi asi que!
Roma 2011 ha sido uno de los mejores viajes de mi vida, lo recomiendo a cualquiera y lo recordaré siempre.

Un fuerte abrazo amigos,
Dany

1 comentario:

  1. La vida es saber disfrutar de esos momentos y guardarlos en la memoria.

    ResponderEliminar